domingo, 24 de junio de 2007

El Apocalipsis según Wang Bing

Pronto hablaremos de la China de Jia Zhang-ke desde esta misma tribuna, de la que ya se ha hablado -a grosso modo y por motivos bien diferentes- de la visión de un consagrado como Zhang Yimou. Hoy le toca el turno a Wang Bing, el realizador de la escalofriante Tie Xi Qu (A l'ouest des rails, 2003), un documental dividido en tres partes que muestra, en sus más de nueve horas de duración, la durísima realidad que no se ve en las noticias en torno al proceso de descomposición del régimen comunista. El distrito de Tie Xi, en Shenyang, al noreste de China, cierra sus fábricas y abandona a los trabajadores a su suerte. Destino que, viendo estas imágenes post-apocalípticas (el plano fijo de la foto dura varios minutos), no parece encontrar evidencias de mejora; más bien al contrario.

La foto, como decía, se parece más a la estética futurista de los videojuegos que a un paisaje industrial real: las mascarillas anti-bacterianas, el movimiento autómata de unos cuerpos al límite de la extenuación física, la dominante terrosa que embarga una imagen en la que destaca el viento, como un hálito enfermizo que surge de las entrañas de un planeta hipertecnológico y deshumanizado... Es un paisaje desolador, que tiene algo de químico y algo de terrorífico, como si la naturaleza hubiese dado la espalda a un ser humano que se alimenta de sí mismo.

sábado, 23 de junio de 2007

[Auto-Vindicaciones] Peter Benchley

[El pez estaba a unos doce metros de distancia de la mujer, a un lado, cuando viró repentinamente hacia la izquierda, se hundió totalmente bajo la superficie, y con dos rápidos golpes de cola, estuvo sobre ella.

Al principio, la mujer pensó que se había golpeado la pierna contra una roca o un trozo de madera flotante. No hubo dolor inicial, sólo un violento tirón en su pierna derecha. Tanteó para tocarse el pie, chapoteando con la pierna izquierda para mantener la cabeza en alto, hurgando en la oscuridad con su mano izquierda. No pudo hallar su pie. Palpó más arriba en su pierna, y entonces fue invadida por un acceso de náuseas y mareo. Sus dedos habían hallado un muñón de hueso y carne desgarrada. Sabía que el caliente y borboteante flujo que notaba entre los dedos, en el agua gélida, era su propia sangre].

Extracto correspondiente al primer capítulo de la novela Tiburón (1973) de Peter Benchley (1940-2006). La caricatura es de Slate Magazine.

jueves, 21 de junio de 2007

Cahiers: exclusivistas y unívocos

Tarantino, Aronofsky, Gilliam. Los ¿nuevos? Cahiers versión francoespañola, dejémoslo así de momento, se quejan amargamente de que "un alarmante número de jóvenes cinéfilos" (Adrian Martin dixit) puedan empezar a cogerle el gusto a esto del cine gracias, entre otros, a esos tres apellidos. La pregunta es si cargan contra un tipo de cine, más enfrentando a los géneros, o contra una manera de ver y entender el cine que no es la suya. Parece que si dices que Grindhouse es mejor que cualquier otro film estrenado en el siglo XXI (allá cada uno con lo suyo), por muchos argumentos que pongas sobre la mesa la última palabra es de estos señores. Puede que mañana me levante con algunas imágenes de The Fountain en la cabeza, porque la verdad es que muchas han dejado en mi memoria una huella indeleble al paso del tiempo. Y seguramente a Adrian Martin le moleste, pensando en que la misma estructura narrativa la utilizó Borges y la estética tiene deudas evidentes con no-sé-qué-película del año 64.
Yo, sinceramente, me alegro de que muchos Cinéfilos (con mayúscula, ahora sí) entren a disfrutar otras experiencias al margen del cine comercial más lamentable, aunque eso implique saltarse los referentes. Adrian Martin parece querer polarizar la situación, cine/espectáculo y cine/cultura, sin entrever connivencias intermedias. "Contra toda exclusión", reza el editorial de Heredero. Vaya paradoja.

Marcos M.S.

jueves, 14 de junio de 2007

La intertextualidad en el audiovisual del siglo XXI: Watanabe, Tarantino, Lynch

¿Qué tienen en común Shinichiro Watanabe, Quentin Tarantino y David Lynch? Además de la aureola de genios que les acompaña como adalides de una postmodernidad mass-cult, hay una cuestión manifiesta que comparten sus respectivos trabajos: la perseverencia por el no-encasillamiento, la búsqueda de salidas atonales y cierta espontaneidad (aparente al menos). Shinichiro Watanabe, director de animes como Cowboy Bebop o Samurai Champloo, lo hace desde una labor de reciclaje que termina por invadir (y sustituir) el contexto histórico-social del relato, además de modificar la esencia original de la propia cita (la intrusión del hip-hop en el Japón feudal, por ejemplo, transforma de manera elegante o grotesca -según se mire- los códigos éticos de la época -el código de los samuráis, con una carga muy profunda de sentimiento en conceptos como el honor o la lealtad es despreciado por los protagonistas como una broma pesada y tradicional, por ejemplo-). La intertextualidad invade la pantalla hasta la total desorientación del espectador que hasta hace poco se consideraba "culto" en el sentido más inmovilista y clasista del adjetivo. Los dibujos de Watanabe citan diferentes tendencias musicales, pictórias o filosóficas, pero no con el ánimo del guiño o el chiste, sino como articulaciones esenciales para significar un logro material que se pretende novedoso.

Quentin Tarantino, por su parte, más que reciclaje hace pastiche. Sus citas están más encaminadas a un sentido del humor más o menos privado, y sus referencias tampoco son Dostoievski o Joyce, sino las películas más desenfadadas y despreocupadas de ciertas cinematografías periféricas de distribución underground en occidente. Es una cita que lleva, a partes iguales, nostalgia y reivindicación, pero no podemos decir que rebaja la autoridad de la misma, porque aquélla nunca tuvo suficiente autoridad.

En el caso de David Lynch quizá la muerte del sujeto, como se ha dado en llamar a una de las consecuencias de este movimiento de intertextualidad hiperbólica que nos sacude en la actualidad, no sea una frase del todo desencaminada. Lynch no hace reciclajes ni palimpsestos, y tampoco guiños o parodias; su obra tiende más hacia el cadavre exquis de los surrealistas, emparentádose con la tradición oral de la antigua Grecia. Sus citas suelen ser extrañas porque modifica algunos referentes del propio referente, hasta hacerlos irreconocibles o paródicos, según qué casos. Construye de esta forma un mosaico con materiales heterogéneos, pero no transforma el contexto en el que se asume el relato, como Watanabe, ni trabaja cierta fruición freak en el espectador, como Tarantino. No lo hace porque la intertextualidad lynchiana genera una nueva realidad en la que el contexto y la cita se fusionan. Es lo que, a mi entender, Lynch ha logrado con su última película, Inland Empire. Y es, a todas luces, la puerta que la intertextualidad le abre a los genios del siglo XXI.

M. M.

martes, 12 de junio de 2007

Gus Van Sant: subversión y eclecticismo

Gus Van Sant (Kentucky, 1952) es uno de los cineastas más eclécticos y subversivos que ha parido el cine norteamericano en los últimos veinte años. Sobre lo primero basta con señalar que para muchos es conocido por haber dirigido Mi Idaho privado (My Own Private Idaho, 1991) mientras que para otros es el director de El indomable Will Hunting (Good Will Hunting, 1997). Probablemente estos últimos estén más interesados en sus trabajos más rentables, como Descubriendo a Forrester (Finding Forrester, 2000) o Todo por un sueño (To Die For, 1995), mientras los primeros encontrarían al verdadero Van Sant en sus primeras cintas, como Mala noche (Bad Night, 1985) o Drugstore Cowboy (ídem, 1989). El elemento subversivo vendría más tarde: Psicosis (Psycho, 1998), Gerry (ídem, 2002), Elephant (ídem, 2003) y Last Days (ídem, 2005), hasta la recién estrenada en Cannes Paranoid Park (2007), que parece ir en la misma línea.

Yo creo que todas las películas de Van Sant son buenas. Incluso Psicosis, cuya estrategia mimética la utilizó después la terna Rodríguez / Miller / Tarantino para la interesante Sin City, ciudad del pecado (Sin City, 2005). Creo que El indomable Will Hunting y Descubriendo a Forrester tratan temas parecidos (de superación, búsqueda de la identidad…) desde un lenguaje convencional pero no por ello poco efectivo. Y Mi Idaho privado es una de las mejores películas de los años noventa.

Sin embargo, Gerry y Elephant son dos películas mucho más crípticas. Ambas se alejan de los estándares de Hollywood: la primera es casi una película muda, que no se molesta en aportar ningún tipo de información sobre los dos personajes que se pierden en un “paisaje-total”, con un protagonismo estético y narrativo absoluto del entorno. En Elephant el marco espacial también aprisiona a los personajes del Instituto Columbine, pero ahora los hechos reales otorgan una dimensión dramática a la película que la hace mucho menos inasible que la anterior.

Gerry y Elephant son experiencias sensitivas de múltiples capas, películas que se pueden ver una y otra vez encontrando nuevas cualidades en cada visionado. Para algunos críticos estas películas son auto-indulgentes y pretenciosas, adjetivos que algunos utilizan cuando no entienden lo que ven, cuando no se esfuerzan en ir más allá de la mera narración tradicional. Para otros, como el que suscribe estas líneas, son las obras de un artista dinamitero y muy personal, pero artista al fin y al cabo. Son dos películas que el espectador puede agarrar como algo propio, más allá de las interpretaciones de cada uno (de Gerry se ha dicho de todo: un solo hombre con doble personalidad, una reflexión sobre las diferentes maneras de enfrentarse a la mortalidad, un minimalista Brokeback Mountain…), sin duda alguna todas igual de válidas. Es un cine libre y sano, ni mejor ni peor que El indomable Will Hunting o Descubriendo a Forrester, pero que no se debería menospreciar por sus numerosos a prioris.

Valoración de Gus Van Sant: ****

Mi Idaho privado: *****

Descubriendo a Forrester: **

Todo por un sueño: ***

El indomable Will Hunting: ***

Gerry: *****

Elephant: *****

La que más me gusta es Gerry, aunque recomiendo cualquiera de sus películas, todas muy estimulantes.

sábado, 9 de junio de 2007

La condición humana: 10 horas del mejor cine (anti)bélico

Las últimas imágenes de La condición humana (una obra maestra de Masaki Kobayashi que dura casi 10 horas y que, sin duda, hay que ver del tirón) encierran la idea de desesperación y fatalismo que embarga todo el metraje. Kaji, antaño un pacifista convencido, vaga entre las nieves de quién-sabe-dónde llamando a su mujer poco antes de una muerte anunciada. Esta obra maestra, repito, transcurre entre los años 1943-45: primero en un campo de prisioneros japonés, luego en los campos de entrenamiento de reclutas, en el frente contra los soviéticos, en los bosques y las estepas de Manchuria y en China Continental.
Pueblos y aldeas, ejércitos de todas las banderas, oficiales, comandantes, generales, cabos, mujeres y niños, ancianos, soldados veteranos y pipiolos deslumbrados: aquí nadie se salva. La crítica al ejército (de cualquier parte, aunque el japonés se lleva la palma) no es dura, sino feroz, salvaje. No hay resquicio aquí para el reencuentro o la redención, porque (pese a los ecos) esto no es Eastwood ni Minghella (Kubrick sí que la vio y revió). El melodrama épico de las dos primeras partes suena a David Lean, pero la sensación de haber contemplado una guerra y no una película se aleja del esteticismo del británico.
Algunos me dijeron que Cartas desde Iwo Jima (otra obra maestra, dicho sea de paso) era una película muy dura. Sin embargo, allí parecía haber hombres: en Kobayashi la degradación moral y física es tal que sólo hay sitio para el ganado.

La condición humana está disponible en DVD, en un pack con siete discos gracias a Notro Films y Versus Entertainment.

jueves, 7 de junio de 2007

Superhéroes musulmanes

[A Superman y Spiderman les han salido 99 competidores en el mundo árabe. Son los protagonistas del cómic del mismo nombre The 99, «el primer cómic sobre la cultura musulmana», dijo su editor en Egipto, Tarek Housni. Publicado en árabe y en inglés, y con una periodicidad mensual, pretende transmitir a «todos los niños del mundo, no sólo los musulmanes, los valores morales del Islam y su cultura», según explicó Housni, director general de Teshkeel en Egipto, compañía editora del tebeo.]
Y yo me pregunto: ¿es un intento de conciliar la escisión este-oeste o una contrapartida oportunista ante el lanzamiento mediático de Holy Terror, la historieta de Frank Miller en la que Batman intenta cazar al escurridizo Bin Laden?... En fin, os dejo el enlace con una preview de The 99 para que os hagáis una idea.

miércoles, 6 de junio de 2007

El guión de cine documental, por Patricio Guzmán

"...Una entrevista deja de ser convencional cuando "desde ella" empieza a surgir un personaje auténtico, de carne y hueso, que nos conmueve y nos lleva hacia otra dimensión de la comunicación --una dimensión más honda--. Deja de ser convencional cuando se alternan los escenarios donde aparece; cuando la iluminación y los movimientos de cámara se ponen a su servicio; cuando el lenguaje cinematográfico supera al "busto parlante"; cuando se ejercita una puesta en escena. Las entrevistas rápidas y convencionales quedan reducidas a los personajes secundarios, dosificando su utilización. Las entrevistas más brillantes son reservadas para los protagonistas y seguirán llamándose "entrevistas", en la jerga del cine, pero sólo desde un punto de vista técnico. En realidad se trata de secuencias...." (continuar leyendo)

domingo, 3 de junio de 2007

The Prisoner (1967-68), ITC Entertainment


Uff!! Qué gran serie he cogido por banda, y no la conocía! Menudo perdido estoy hecho… es The Prisoner, protagonizada por Patrick McGoohan y emitida en el Reino Unido entre el 67 y el 68. Tiene una iconografía hipnótica, marcada por un globo en forma de huevo (en la foto) que persigue a los que quieren fugarse de The Village (el mensaje político es igual ahora que antes), un lugar de lo más bizarro utilizado por ¿el bloque occidental? para sacar información (a base de hipnosis y mentalismos varios, con un Mabuse de primera) a aquellos de sus agentes que han firmado la renuncia por motivos que sólo ellos conocen…
La ambientación retro-futurista y el cinismo de su protagonista dan a la serie una rara cercanía con el televidente, sintiéndose a la vez fascinado y extrañado. Es fantástica!

Enlaces para bajar la serie completa (17 capítulos)
Enlace para bajar los subtítulos en castellano